
【Such a good job】
El sonido del golpe contra el bate de madera que sostenía con ambas manos se dejo oír por todo el campo. La pelota recorrió el cielo y cayo fuera de la valla que rodeaba el lugar, perdiéndose e impidiendo al jardinero recogerla a tiempo. El bateador sonrió y empezó a correr hacia cada base para marcar el punto. Y en su carrera saludaba a los espectadores con ambas manos mientras sus ojos chispeaban alegría.
Habían pasado muchas cosas desde que había vuelto del infierno que era ese sótano. La mayoría eran positivas, y otras ... Bueno, otras seguían igual, o peor.
Terminó la carrera y el organizador del partido hizo sonar un silbato, indicando su final y declarando ganador a North Denver. Sus compañeros, tanto los que se encontraban en el campo como en la banca, corrieron a abrazarlo. Ese último punto había sido el decisivo para pasar al campeonato estatal, y eso, era algo muy importante para ellos.
Entre brincos y ovaciones, se olvido por un segundo de todo lo vivido y lo cruel que había sido el pasado. Por un segundo, volvía a tener trece años y era un chico normal y feliz como solo podía serlo él. Antes de ser arrastrado hacia una van negra y mantenido en cautiverio en paupérrimas condiciones en un oscuro sótano. Solo, húmedo y frio.
Cuando los ánimos se calmaron y el entrenador invitaba a los chicos a las duchas para ir a celebrar después, se quedo más de la cuenta en el campo. El equipo rival empezaba a empacar y a retirarse, así como sus espectadores. Alguien se quedo con él en el campo.
Se volteo, le sonrió y se acerco un poco.
̶ Bien jugado – Dijo, asintiendo y extendiendo la mano amistosamente.
̶ Siempre dices eso, algún día tengo que ganarte – Contesto el castaño, alzándose de hombros y correspondiendo su saludo. Cuando sus manos se tocaron, ambos sintieron mariposas.
̶ Es pura suerte, en serio Blake. Es mi buena suerte, o tu mala suerte; nada más – Sostuvo la palma contraria más de lo que debería, pero eso no molestaba a ninguno de los dos. Podían quedarse sosteniéndose de la mano por horas. Tímidamente, acaricio el dorso con su pulgar.
̶ ¿Te veré después en el arcade? – Esta vez tomo la mano del asiático y la coloco junto a su mejilla. Incluso con algo de alboroto alrededor, aquí mismo y junto a él solo había paz.
̶ Claro que sí, si el entrenador no me retiene como las otras veces – Bromeo en respuesta, ganándose una risita por parte del castaño.
̶ Esta bien, hasta más tarde Bruce – Se soltaron por fin y empezaron a alejarse caminando de espaldas. Una chiquillada cursi.
̶ ¿No crees que estoy olvidando algo?
̶ ¿Eh? ¿No?
Yamada sonrió y apunto con sus dedos a Finney, como si fueran pistolas.
̶ Tu brazo es impresionante, casi me ponchas – Casi resbala con una roca mientras sonreía y le guiñaba un ojo torpemente.
̶ Otra vez con eso – Finney rodó los ojos y le guiño un ojo en respuesta también. Se miraron en silencio unos segundos más y apartaron la vista cuando ambos se sonrojaron.
Ya se habían despedido y sabían que cometerían una tontería si seguían viéndose así, así que cada uno de fue para su casa.
̶ Siento que Bruce te haya ganado otra vez, Finney – Lo consoló Gwen mientras él subía al auto de su padre.
̶ Lo importante es que te divertiste, hijo – Comentó su padre mientras empezaba a echar andar la máquina.
̶ Esta bien Gwen, no estoy triste. Además, Bruce es mucho mejor que yo y su equipo esta mejor entrenado. No hubiéramos llegado muy lejos en el torneo estatal de todos modos.
̶ No digas eso, Finney ¡Tú eres muy bueno! Solo te hace falta, uh ¿Confianza? – Insistió su hermana, mientras él se recargaba contra el vidrio de la ventana del coche.
̶ ¿Más de la que ya tengo? – Inquirió, levantando una ceja. Ahora era el turno de Gwen de rodar los ojos.
̶ Bueno, quizá solo te hace falta algo más de suerte niño – Ella se acercó y empezó a hacerle cosquillas. Por el retrovisor su padre les daba una mirada y sonreía. A pesar de que las cosas no estaban exactamente bien hoy, el hecho de que sus hijos se encontraran sanos y contentos era pago suficiente.
El auto doblo una esquina y pronto se encontró en casa. Ambos jóvenes bajaron y corrieron dentro. Hacia bastante calor y solo querían ponerse algo más cómodo para luego echarse afuera bajo la sombra de un árbol en el jardín. Gwen y su padre se dirigieron a la cocina a pillar algo que comer y el mayor de los hermanos se dirigió a su cuarto. No podía esperar a que llegara la tarde y pudiera salir al arcade para encontrarse con el asiático. Y es que sus sentimientos por Yamada habían ido creciendo como una bola de nieve desde su primer contacto. Si el chico ya le había llamado la atención apenas sin conocerle, el jugar contra él definitivamente alborotaba sus emociones. Incluso si la fiereza en sus ojos era producto de la adrenalina y la ambición de ganar, no podía evitar sonrojarse al imaginar que en realidad lo veían a él.
Además, parecía que vagamente Bruce sentía algo por él. No era idiota, lo había pillado mirándolo más de la cuenta una que otra vez y no era ignorante a sus sonrojos. Demonios, la forma en la que le acariciaba la mano con el pulgar y como dejaba que se la acercara a la cara. Esa extraña forma suya en flirtear con él alabando su brazo y haciéndole pistolitas con los dedos. Definitivamente esto no era una simple amistad.
Aunque también podía estar equivocado.
En eso pensaba mientras terminaba por quitarse la camiseta y la lanzaba al cubo de ropa sucia. Entonces, algo golpeo su ventana.
Solo fue por un segundo y apenas noto verlo por el rabillo del ojo. Luego, otra cosa fue lanzada hacia el vidrio he hizo un sonido hueco. Se acerco al umbral y miro hacia abajo.
No había nadie.
Finney se sintió extrañado y abrió la ventana para inclinarse mejor. Algo se movió de entre los arbustos y corrió a esconderse detrás del árbol junto a su ventana.
̶ ¿Quién esta allí? – Preguntó, sin un ápice de miedo en la voz. Tan solo curiosidad.
Los arbustos volvieron a sacudirse con violencia. Finney se cruzo de brazos y le dio la espalda al umbral.
̶ Si no sales, voy a cerrar la ventana y no te ayudare con matemáticas nunca más.
Espero alrededor de unos diez segundos. Entonces algo mucho más grande que un simple gato trepo por el árbol y se balanceo en una de las ramas que quedaba muy cerca del dintel.
̶ Hola ¿Estas decente? – Se coló en la pequeña habitación mientras se cubría los ojos con una mano. Finney se dio la vuelta y de inmediato salto a cubrirse con lo que sea que tuviera a la mano, en este caso, una chaqueta – Ya veo que no.
̶ ¿Por qué no puedes tocar la puerta como una persona normal, Robin? – Lo regaño al mismo tiempo que buscaba algo que ponerse.
̶ Es más divertido escalar el árbol.
̶ Pues puedes tocar la puerta, decirme que quieres subir a mi habitación por el árbol y yo te dejaría. Es más, hasta te tendería una cuerda para que subieras más fácil – Comentó mientras se vestía. Robin seguía cubriéndose los ojos por respeto. No le importaría quitarse la camiseta delante de su amigo, pero sabía que Finney no era igual a él, así que solo se atenuó a sus peticiones.
̶ ¿De verdad?
̶ No.
Robin se dejo caer en la cama de su amigo, destendida y demasiado mullida para su gusto. Finney decidido terminar de cambiarse en su baño personal (Baño personal que ni siquiera funcionaba y servía solo para guardar chingos, acumular polvo y esconderse) luego de coger algo de ropa.
̶ ¿Vas a hacer algo esta tarde? – Pregunto el moreno, quitándose la mano de los ojos y mirando el techo de la habitación de su amigo, decorado con pegatinas de estrellas que brillaban en la oscuridad. De día, solo se veían verdes.
̶ De hecho, si, voy a ir al arcade. Voy a encontrarme con Bruce – Contestó el castaño, levantando un poco la voz porque la puerta dificultaba su comunicación.
̶ ¡Genial! ¿Puedo ir también? Ya sabes, los tres, jugando Dance Dance Revolution como la otra vez. Yo invito las sodas después.
̶ Uh, bueno ... – Finney se apoyó contra la puerta mientras terminaba de abrocharse la camisa. La verdad es que si le hacía mucha ilusión pasar una tarde ¨a solas¨ con el asiático, pero, pensándolo mejor, una tarde con sus dos personas favoritas en el mundo mundial también estaba muy bien – ¿Sabes qué? Si, puedes venir también.
̶ Perfecto, y ahora ... Te quiero pedir un favor.
̶ Finges ser un animal entre los arbustos para asustarme, trepas un árbol para meterte a mi habitación sin mi permiso, me miras sin camiseta y te cuelas a mi cita ¿Ahora que vas a pedirme, Arellano? – Inquirió, saliendo del baño y cruzándose de brazos otra vez.
̶ Oye, lo dices como si hubiese hecho algo malo – Se quejo el otro frunciendo el ceño y lanzando su mochila cerca del escritorio del castaño. Se quedo en silencio unos segundos y luego abrió los ojos con sorpresa – Oye ¿Cita? ¿Tienes una cita con Bruce Yamada? ¿Una cita cita? ¿Una cita romántica?
̶ Uh – A Finney iba a caérsele el rostro de la vergüenza. Enrojeció y trato de enmendar su error – ¡No! Solo es una cita de juegos.
̶ Si ... Claro ... – Robin solo sonreía lánguidamente mientras levantaba y bajaba ambas cejas, incomodando a propósito al castaño. Se rio y se acerco a su amigo, para revolverle el cabello con el puño mientras abrazaba su cuello con su otro brazo – No nací ayer, Finn.
̶ Piensa lo que quieras, Roberto. Ahora ¿Qué vas a pedirme?
Se quedaron abrazados más tiempo del usual. No era incomodo de ningún modo, de hecho, era reconfortante.
̶ Pues ... Uh, digamos que el profesor Largo sigue explicando de forma horrible. No entiendo porque no lo despiden.
̶ Quieres que te ayude en matemáticas.
̶ Quiero que me ayudes en matemáticas, si ¿Para que otra cosa te pediría ayuda? Se valerme por mi mismo.
̶ Esta bien, acompáñame a mi escritorio.
Ambos se dirigieron a la mesa y Robin levanto su mochila, sacando de esta un cuaderno muy desgastado al que apenas se le sostenían las hojas. Solo había una silla y el castaño la tomo, el moreno solo arrastro un cesto de ropa para sentarse a su lado. Ambos chicos sabían que pronto el castaño tendría que bajar a almorzar así que no tenían mucho tiempo para repasar la materia.
̶ ¿Con que ejercicio tienes más dificultades?
̶ Este de aquí – Señalo algún punto en una de las páginas.
̶ Correcto. Veamos ... Oye ¿Cómo sacaste bien el resultado, si todo el proceso está mal? Lo mismo pasa con otros problemas.
̶ No lo sé, de nada sirve que sea la respuesta correcta porque el maestro me descuenta muchos puntos de todos modos.
̶ ¿Okey ...? ¿Sabes? Esto me esta intrigando más de lo que debería – Finney escribió una ecuación en un trozo de papel y se lo paso a Robin – Quiero que resuelvas esto.
̶ ¡Finn! ¡No tenemos mucho tiempo!
̶ ¡Por favor! ¿Lo harías por mí? – Blake entorno los ojos e inclino la cabeza ligeramente, sonriendo con parsimonia. El otro lo miraba serio hasta que no pudo más y termino por sonrojarse y soltar una risita por lo bajo.
̶ Esta bien, pero si luego no alcanza el tiempo me vas a pasar las respuestas en el examen de mañana.
̶ No, Robin.
̶ Si.
̶ ¿Sabes qué? Es justo, concedido. Anda, demuestra tus poderes mago matemático.
Robin sonrió una vez más y tomo el lápiz empezando a escribir frenéticamente. El papel era pequeño y los varios cálculos lo poblaban muy rápido. Incluso tenia que borrar algunos para poner otros. Finn se le quedo viendo otra vez, de la misma forma que hacia con Bruce. El hecho de que le gustara tanto ver a sus dos amigos lo ponía un poco inquieto, pero asumió a que se debía a su no tan recientemente descubierto gusto por los chicos. Muchas veces había tenido que ver a otra parte o ignorar a todo aquel que le parecía algo atractivo siempre que se tratara de un varón, cosa que no sucedía si se trataba de una chica. Había perdido mucho tiempo en el pasado y ya había aceptado su interés amoroso en su mismo sexo, así que no tenia porque privarse más.
Además, nunca veía a Bruce o a Robin con malicia. Claro que no, solo los admiraba de la misma forma que admiraría a una chica; suspirando por su belleza y lo lindos que le parecían.
Pensando en esto termino por notar que Robin siempre sacaba la lengua cuando se encontraba concentrado en algo, tal y como hacia ahora. Desde las materias de la escuela hasta jugando al Jenga, era un reflejo que le parecía la mar de adorable. Jamás se lo diría, estaba seguro de que eso lo avergonzaría. También notaba la suavidad de su cabello cuando rozaba con su rostro a veces al darse la vuelta demasiado rápido. O sus ojos castaños, tan profundos y tan oscuros que se sentía perderse en su infinidad. Definitivamente sus ojos eran de las cosas que más le gustaban de él. Apoyo su cabeza en una de sus manos, observándolo en silencio y suspirando de vez en cuando. Definitivamente le gustaba Bruce, pero eso no significaba que no pudiera sentirse atraído hacia su mejor amigo.
̶ ¡Listo! – Grito el de paliacate, sacando de sus fantasías y asustando a su acompañante que casi pierde el equilibrio y cae de la silla en la que estaba. Robin se dio cuenta, pero en lugar de disculparse solo se hecho a reír – ¿Qué? ¿Te asuste? ¿En que piensas Finn?
̶ Cállate, dame eso – Algo avergonzado, el castaño le arrebato el trozo de papel de las manos del moreno. Estaba bastante sucio y tenía escrito en letras mayúsculas muy en grande ¨ ¿Qué tanto me miras? ¨ – ¡Robin!
̶ ¡Es la verdad! No creas que no lo note – El pelinegro le guiño un ojo, algo ruborizado. Finney termino por sonrojarse y todavía algo molesto le dio vuelta al papel. Los números poblaban la superficie y por aquí y allá había ecuaciones de todo tipo, algunas ni siquiera tenían que ver con la ecuación que estaban trabajando. No podía entender ninguna de las paparruchas escritas y sobrepuestas. Sin embargo, la respuesta estaba escrita en un espacio algo alejado y rodeada por un circulo notorio. Y si, era correcta.
̶ ¿Cómo ...?
̶ No tengo idea – Robin negó seriamente, y luego sonrió y le dio un golpecito en el brazo a su amigo.
̶ Averiguare más de esto después, ahora te ayudare con la clase ¿De acuerdo? De todos modos, lo que sea que estés haciendo te sirve a medias. Veamos ...
No habían pasado ni cinco minutos cuando la voz de su padre resonó por el pasillo, indicándole que ya era hora de almorzar.
̶ Oh, cielos. Lo siento.
̶ ¡No importa viejo! Vas a pasarme las respuestas ¿Recuerdas?
̶ Pues, si, pero todo tu procedimiento te quitara puntos.
̶ Está bien, también me puedes pasar el procedimiento – Le guiño un ojo y froto su espalda para quitarle la culpa.
Finney le contesto a su padre que bajaría en un segundo. Acompaño a Robin a la ventana y trato de ayudarlo a bajar. No podía dejarlo salir por la puerta como normalmente haría porque se había metido a su casa sin permiso, técnicamente, y seria muy raro que saliera por la puerta si nadie lo había visto entrar.
Robin primero saco las piernas para apoyarse en una de las ramas y se sostuvo de la misma tratando de no perder el equilibrio. Era un buen escalador, pero el bajar no era mucho lo suyo.
̶ Sostente de mi para que no te caigas – Dijo Finney, estirando sus brazos para que el moreno se sostuviera al mismo tiempo que se aferraba con sus manos a sus antebrazos, se quedaron así unos minutos mientras el pelinegro buscaba un buen apoyo para sus pies.
̶ Que manos tan suaves tienes para ser un jugador de beisbol – Comentó, volviendo a guiñarle un ojo. La verdad es que no tenia otras formas originales de ligar con el castaño, más allá de hacer eso. Quizá podría hacerle pistolitas con los dedos tal y como hacia Bruce, pero eso seria copiarlo.
̶ ¿Quieres que te suelte? – Finney amenazo soltándolo un segundo y volviéndolo a sostener con más fuerza que antes. La forma en la que el rostro de Robin paso de pícaro a aterrado tan rápido hizo que Blake riera. Ambos fruncieron el ceño, fastidiados pero mordaces. Robin por fin pudo estabilizarse y se abrazo al tronco del árbol.
̶ Hasta más tarde, Finn – Se despidió agitando la mano, y sin aviso previo, le lanzó un beso rápidamente. Finney se sorprendió un segundo, pero luego hizo ademan de atraparlo y estampárselo en la mejilla.
̶ Adiós, Robin. Baja con cuidado porque mi papá dice que hay mapaches por allí.
̶ ¿Mapaches? – La voz le subió una octava al pobre latino, al mismo tiempo que el castaño cerraba la ventana y corría escaleras abajo a almorzar.
Su padre y Gwen estaban terminando de poner la mesa. Les agradeció a ambos por el esfuerzo extra e invento una excusa cuando su progenitor pregunto porque estaba tardando tanto. Su hermana también lo escucho, pero elevo ambas cejas en señal de que no lo creía. Mientras su padre le daba la espalda sirviendo la comida, Gwen tomo una de las servilletas de la mesa y se la puso en la cabeza simulando una bandana. Sonrió burlándose de él y le saco la lengua, Finn hizo un gesto para que dejara eso y su padre no lo descubra.
̶ Más tarde quede con un amigo para vernos en el Arcade – Comento mientras empezaba a revolver las verduras en su plato y levanto la vista - ¿Puedo ir?
̶ No lo sé, Finney, quería que cuidaras a Gwen esta tarde, quiero dormir un poco. El turno nocturno no es un juego – Respondió su padre, cansado. Gwen dejo de comer un segundo para meterse en la conversación.
̶ ¡Voy a ir a casa de Susie! – Dijo estrepitosamente antes de que su hermano pudiera decir algo siquiera – Anda papá, déjalo ir. Yo estaré en casa de mi amiga, Finney estará con su amigo y tú podrás dormir en paz toda la tarde. Volveremos a casa antes de que despiertes.
̶ ¿Están seguros? Oigan, saben que no me gusta que anden solos hasta tarde – El hombre dirigió una mirada severa a sus dos hijos, estos se sintieron algo incomodos. Sabían a que se refería.
̶ Si, papá. Yo mismo recogeré a Gwen de casa de Susie y volveremos aquí antes de que te vayas. Lo prometo – Dijo Finn, poniendo una mano en el pecho.
̶ ¡O podría quedarme a dormir en su casa! – Insistió Gwen, ahora verdaderamente feliz de visitar a su amiga.
̶ No te pases de lista, niña – Respondió su padre, riendo un poco por el entusiasmo de su hija. Bajo su cuchara y miro a sus dos vástagos – Esta bien, chicos. Pueden salir, pero ya saben nuestras reglas. No se alejan de un grupo, no se aceptan invitaciones de extraños y no se les hace frente, solo se huye. Su seguridad es mucho más valiosa que hacerse el rudo ¿De acuerdo?
̶ De acuerdo – Dijeron ambos menores al mismo tiempo, empezando a comer.
Más tarde Gwen y Finney decidieron salir al patio y seguir con sus planes originales hasta las tres de la tarde, momento en el que ambos se irían por su lado. Trajeron una manta vieja del cuarto de su padre y se tumbaron bajo la sombra fresca del árbol cerca a su casa. Se quedaron admirando las nubes y conversando un poco sobre cómo les había ido en la escuela y en la vida en general. Puede que, durante muchos meses después de su secuestro, hayan estado juntos ochenta por ciento del tiempo con el miedo a ser separados nuevamente, pero los años pasaban y cada uno empezaba a distanciarse un poco más cada vez. Lo sabían y el hecho de saberlo lastimaba muy en el fondo, pero no podían hacer nada. Cada uno descubría su propia persona y, por ahora; los amigos, los clubes escolares y los pasatiempos eran mucho más interesantes que pasar tiempo con su relativo. De todos modos, se tomaban algo de tiempo a solas para ponerse al corriente. Como hoy.
̶ ¿Qué tal las amigas, Gwen? ¿Sigues peleada con Amy? – Pregunto el mayor, dándose la vuelta para verla directamente.
̶ Ah, eso. No, ya no, al final si encontró el bolígrafo que le preste, de alguna forma acabo en el cuarto de su hermano – Rio la contraria, ese pequeño pleito había sido empezado hace un par de días y había sido resuelto apenas ayer – Tampoco era gran cosa.
̶ ¿Y qué hacia el bolígrafo allí?
̶ No sé – La muchacha de trenzas se alzó de hombros, restándole importancia al asunto – Su hermano lo habrá querido usar.
̶ ¿Para qué?
̶ ¡No lo sé niño! ¿Por qué no le preguntas tú ahora que vas a ir a verlo?
̶ Oh, es verdad ¿Sabes? Lo haré, y luego le diré que por su culpa te peleaste con su hermana.
̶ Dale un zape de mi parte. Y dile que no le di permiso para tomarlo.
̶ Lo haré, y no sabes cuanto lo disfrutare.
Finney empezó a hacerle cosquillas a su hermana en venganza por lo del auto. Luego de un rato de conversación terminaron por llegar las tres de la tarde. Ambos doblaron la manta, la guardaron en el cuarto de su padre que ya yacía dormido como un tronco sobre su cama y se despidieron.
Aunque había hecho mucho calor en la mañana, ahora la tarde por más brillosa y soleada que fuese dejaba correr un viento helado bastante molesto. El castaño no llevaba una chaqueta encima y el aire frio golpeaba contra su cuerpo. En el mejor de los casos el correr de aquí hasta el Arcade lo haría entrar en calor, así que empezó.
Entonces, recordó que había quedado con Robin para ir. No le había dicho que pasaría a buscarlo o si el latino iría a buscarlo a él, pero asumió que seria lo segundo. Volvió a casa y además aprovecharía el coger una chaqueta para el frio.
Efectivamente, mientras venia caminando por la acera izquierda con dirección a su casa observó el preciso instante en el que Arellano se las ingeniaba para saltar lo más alto que podía hacia una protuberancia proveniente del árbol junto a su cuarto y empezar a subir luego de agarrarse de la misma. El como estiraba el cuerpo lo más posible para llegara las ramas más altas y finalmente balancearse en la más cercana en su ventana. Vio como golpeó la superficie de vidrio y trato de asomarse por entre las cortinas.
Decidió fastidiarlo y tomo una pequeña roca del suelo. Tenia un buen brazo y buena puntería así que cuando la lanzó esta le golpeo en medio de la espalda. Sin embargo, su travesura le paso factura rápidamente porque Robin termino por darse vuelta demasiado rápido y perdió el equilibrio, amenazando con caerse desde una gran altura al resbalarse. Finn cambio su expresión divertida por una de pánico en apenas un segundo y corrió bajo el árbol con intención de amortiguar la caída de su amigo si esto ocurriera. Felizmente, Robin tenia muy buenos reflejos y pudo sostenerse de la rama antes de caer al vacío. Colgando, verdaderamente espantado pero sano y salvo finalmente diviso a su amigo.
̶ ¡Tú!
̶ ¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡No quería hacerte caer! – En un impulso Finn trato de subir el árbol para ayudar a su amigo a enderezarse, pero evidentemente, no tenia idea de como subir si no poseía una cuerda. Robin termino por trepar y sobrepasar la rama, se enderezo y bajo de un par de saltos algo temerarios – ¿Te lastimaste? – Preguntó el castaño en cuanto el moreno estuvo a su lado, con una mirada preñada de culpa. Robin sonrió con confianza para tratar de tranquilizarlo.
̶ Nah, aunque creo que se me enterró una astilla en la mano. Auch – Finney tomo su mano derecha y empezó a examinarla.
̶ ¿Te duele si paso mi dedo por aquí? – Dijo al mismo tiempo que pasaba una de las yemas de sus dedos por la palma de su amigo. Sintió un pequeño bulto picudo y el latino hizo una mueca de dolor.
̶ Si, ya deja de tocar eso, por favor.
̶ Lo siento, siéntate un momento, te la quitare en un segundo – Acató la orden y ambos se sentaron en la acera. Finney busco entre los bolsillos de sus pantalones y; tras sentir algunas monedas, papeles y demás basura de la que nunca se atrevería a deshacerse, encontró unas pinzas. Con cuidado, trato de quitarla con el menor daño posible.
̶ H-Hey, estas lastimándome.
̶ Perdón – No podía dejar de disculparse. Ahora si consideraba colgar una cuerda cerca de su ventana para que Arellano no tuviera que subir temerariamente – ¡La tengo! – Con triunfo, aparto las pinzas y lanzó la diminuta molestia a cualquier parte. Robin aparto la mano y empezó a acariciarla para mitigar el dolor restante.
Se quedaron en silencio unos segundos, algo incomodos.
̶ No volveré a meterme a tu cuarto por ese árbol, vete a saber cuantas más astillas tendrá. Las astillas son lo peor.
̶ No hubiera pasado si no te hubiera lanzado esa estúpida roca.
̶ Esta bien viejo, ya no te disculpes – El pelinegro empezó a acariciarle la espalda en un acto reconfortante. Finney dejo descansar su cabeza en su hombro. Robin imito su acción, quedando más juntos que antes.
No había mucho que decirse por ahora, su mera compañía era deliciosa.
̶ ¿Quieres ir ya al Arcade? – Pregunto el de bandana, levantándose y extendiéndole la mano derecha al castaño para ayudarlo a enderezarse. Este la acepto y trato de no apretar tan fuerte.
̶ Supongo, no quiero dejar esperando a Bruce. No le gusta esperar – Soltó una risita y, cuando por fin estuvo de pie a su lado, se llevó la mano que el moreno le tendía a los labios y beso su palma. El dueño termino por sonrojarse violentamente y miro a otro lado – ¿Mejor?
̶ Si, tú ... Oh, eres un cursi – Robin le dio un débil puñetazo en el brazo, haciendo reír al más bajo. Paso su brazo por los hombros del contrario y ambos se dirigieron al sitio acordado con anterioridad.
Quizá fuese porque corría menos viento, o porque la cercanía de Arellano a su persona era agradable; es seguro decir que Finney Blake en absoluto ya no sentía frio.
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